Asha Ismail entrevista a la doctora Renée Bergstrom, superviviente de la mutilación genital femenina

La MGF no es una práctica que se realice exclusivamente en África, existe en distintos puntos del planeta. Un ejemplo de ello es el caso de la doctora Renée Bergstrom, que sufrió el corte cuando tenía tan solo tres años en Estados Unidos. Un médico que “realizaba su religión con un bisturí” decidió extirparle el clítoris para evitar que se tocara, ya que la masturbación era vista como un pecado. Su madre se dio cuenta al momento de que había sido un error pero ya era demasiado tarde: “Nadie debe saberlo”, le dijo. “No lo cuentes o arruinarás tu carrera”, le aconsejarían varios de sus compañeros años más tarde. El silencio se apoderó de esa parte de su vida, siempre acompañado de una sensación de culpa y vergüenza.

Hace años que la doctora decidió compartir su vivencia y gracias a ello hoy podemos escucharle decir: “Somos hermosas como somos. No hay nada que justifique que la sociedad nos diga que no estamos bien, que necesitamos ser cambiadas”. Asha Ismail y Renée Bergstrom, ambas supervivientes de MGF, coinciden en que a pesar de que no es posible saber cómo vive la sexualidad “una mujer intacta”, hay otras formas de disfrutar de una misma. “La sexualidad no es solo los genitales, es todo tu ser: mente y cuerpo”, afirma Asha.

Esta entrevista es un llamamiento a todas las mujeres que han atravesado este proceso para que hablen y compartan sus historias. La MGF no ocurre solo en el continente africano, es una práctica que sufren miles de niñas en todo el mundo. Se necesitan relatos como el de la Dr. Renée para visibilizar y poner fin a ese silencio histórico.

ENTREVISTA:

Este es un día muy, muy importante para mí y una charla muy importante entre dos mujeres de diferentes orígenes y de diferentes continentes que van a compartir algo que tienen en común y que nos ha unido hoy. Soy Asha Ismail de la organización ‘Save a Girl Save a Generation’ con sede en España y que recientemente ha abierto una oficina en Kenia (Nairobi). Hemos estado trabajando para la eliminación y la educación de las personas en torno a la Mutilación Genital Femenina, también conocida como MGF. Hemos estado trabajando durante 13 años desde que la organización se ha registrado en España. Hoy, como ya he dicho, es una ocasión muy especial. Estoy muy feliz de tenerte al otro lado de la pantalla para poder hablar de este tema. Así que me gustaría que te presentaras.

Soy la Dra. A Renée Bergstrom. Mi carrera fue como especialista en educación de pacientes en la reconocida clínica Mayo de Rochester, Minnesota. Soy una superviviente de la MGF. Esto ocurrió cuando tenía tres años y he estado trabajando para acabar con la MGF junto con todas estas increíbles mujeres, en todo el mundo, que saben que esto es una tragedia para todas las niñas pequeñas que han sufrido el corte.

 

Gracias, doctora. Es realmente asombroso saber que al otro lado del continente hay alguien cuya cultura y tradición no le impuso esta práctica y que no asume automáticamente que ésta pertenece sólo a un continente… Encontrarte y poder hablar contigo hoy es para mí un regalo. Durante los años de nuestra lucha contra la MGF o nuestro trabajo para erradicarla, hemos tratado de no estigmatizar a las mujeres africanas. Así que quiero que nos cuentes brevemente tu historia, cómo eres. ¿Por qué te llevó tanto tiempo hablar de ello? ¿Qué te hizo callar? ¿Fue la presión de la familia? ¿Te avergonzó hablar del tema?

Mi corte se hizo porque me estaba tocando, y ya sabes, una niña de tres años… no sé si en realidad se puede llamar «masturbación» a esa edad, pero mi madre estaba preocupada y me llevó a un médico, que practicaba su religión con un bisturí y la creencia de su religión era que la masturbación era un pecado y me quitó el clítoris. El tejido cicatrizado (la forma en que se curó) me causó múltiples problemas más adelante en mi vida. Mi madre me dijo inmediatamente que sabía que era un error y que nunca debería hablar de ello. Me convertí en su cómplice al no decir nada. Más adelante, me sentí confusa cuando supe lo que realmente había pasado, lo que me estaba perdiendo mientras crecía como adolescente, eso me impidió hablar con mis hermanas o mis amigos. Así que la única persona con la que realmente compartí esto fue con mi marido y ni siquiera hablé de ello cuando estaba embarazada de mi primer hijo porque no sabía que iba a ser un problema. Pero en realidad, lo fue. Si no hubiera estado en una institución médica con un médico muy cuidadoso podría haber muerto, como otras mujeres en todo el mundo han muerto en el parto. Se me practicó una episiotomía extensa que llevó muchos meses curar y hablé con mi médico, unos tres meses después de que el bebé naciera. Se sorprendió al descubrir por qué tenía esa dificultad… Así que… no sé si aún estoy y continúo en silencio. Traté de mencionárselo a un compañero de trabajo de confianza. Lo intenté tres veces con varios compañeros de confianza y los tres me dijeron: «No vuelvas a compartir eso nunca más, Renée, o arruinarás tu carrera». No dijeron por qué arruinaría mi carrera, pero básicamente me silenció de nuevo.

 

Honestamente no tengo palabras. Obviamente has respondido muy bien, y te comprendo. Entiendo el dolor, el miedo, la inseguridad que esto pudo haber causado en tu vida y especialmente cuando no podías tener a alguien con quien hablar, cuando es tan difícil abrirse. Por eso es tan importante que la gente salga y hable de ello, porque no todo el mundo es lo suficientemente valiente… Que no es una cuestión de valentía, en realidad, es sólo que tal vez no quieres herir a tu gente, tal vez no quieres que nadie te mire de manera diferente. No quieres que te señalen. Hay tantas circunstancias que rodean nuestro silencio…

Sí, parte de ello es proteger a tu familia y parte de ello es no saber quién va a ser compasivo y quién va a juzgarte.

 

¿Cuándo fue el punto de inflexión para decidir hablar de ello?

En 1980, un día me di cuenta de dos cosas: en primer lugar, que había una conferencia de líderes en África que se reunían para decidir si debían llevar el corte a un hospital para prevenir las infecciones que se producen en los genitales; y además, el mismo día, vi que había una solicitud por parte de mujeres de la Federación Mundial Luterana para apoyar la educación en temas sociales, así que me presenté y fui aceptada, pero no se me permitió intervenir. Los líderes de esa conferencia africana no me permitieron ir allí y hablar, porque lo que quería decir era que mi corte ocurrió en un entorno clínico y que no tenía una infección, pero aún así tuve complicaciones a lo largo de mi vida.

 

Allá por 1865, creo que fue en Inglaterra, era bastante normal con la excusa de curar la histeria y otras enfermedades, solían cortar el clítoris, había incluso un médico en los Estados Unidos – no recuerdo en qué estado se encontraba su clínica- fue finalmente cerrada. Mi pregunta es si crees que hay chicas jóvenes, mujeres tal vez más jóvenes o más mayores que usted, que podrían haber pasado por ello, pero que están en silencio y tienen miedo de hablar de ello.

Sí, estoy segura de que hay algunas personas que se dieron cuenta de lo que pasaba y simplemente no quieren hablar de ello… Hay otras que probablemente les haya pasado tan jóvenes que ni siquiera saben bien qué ocurrió.
También hay otra historia sobre Ekaterina Bodeogina… esta joven americana, que está en sus 40 años, y eso le pasó cuando era más joven… Así que creo que hay más gente en los Estados Unidos de la que sabemos que son americanas blancas, no inmigrantes.

 

¿Cuál sería su mensaje hacia esas mujeres?

Hay algunas de nosotras, dispuestas a escuchar sus historias si desean compartirlas… sabiendo muy bien que hay algunos riesgos al contar sus historias… y tú eres consciente de eso también, estoy segura.

 

Lo soy… Se me pone la piel de gallina y no se puede imaginar cómo estoy tratando de controlar mis emociones… porque no puedo ser vista, pero estoy muy emocionada por esto. Creo que es muy importante que todas nuestras voces se unan, independientemente de qué continente y de qué fondo venimos. Para romper el silencio de una vez por todas y hablar de ello porque no es nuestra culpa. No deberíamos avergonzarnos de ello, y puede ayudar mucho a animar a más gente a seguir adelante y hablar de ello y a las madres a abandonar esta práctica. Aquellos que todavía piensan que tiene algún beneficio para nosotras, que sepan que no lo tiene.

Sí, no hay ningún beneficio en absoluto.

 

También suelo decir… Me gustaría saber tu opinión al respecto… Yo hablo de la cirujía genital femenina… Cuando las mujeres van a reducir sus labios vaginales. Me gustaría saber tu opinión sobre eso.

Creo que es otra forma de la sociedad para hacer que las mujeres crean que no están bien. Simplemente no entiendo por qué alguien voluntariamente alteraría su área genital.
Porque… somos hermosas como somos. No hay nada que justifique que la sociedad nos diga que “no estamos bien, necesitamos ser cambiados, necesitamos agregar esto, necesitamos quitar esto”. Es solo otra forma de someter a las mujeres… y no valorarnos como una persona completa. Así que de donde sea que venga, no es beneficioso. No hay ningún beneficio para la integridad de una persona.

 

Además, hay algo que dijiste en la entrevista donde te conocí… Dijiste que sí, te casaste, tuviste una relación, estás enamorada, pero nunca sabrás cómo es una mujer intacta. Es algo que siempre he sentido.

Cuando te falta algo tan sensible como la parte exterior del clítoris, podemos asumir que no estamos participando plenamente en lo que puede ser una experiencia sexual femenina. Aún así, no tenemos ni idea de cómo es eso para una mujer totalmente intacta.

 

Eso es muy cierto, eso es muy, muy cierto, y gracias a Dios que no sabían entonces que el clítoris sólo estaba expuesto en una pequeña parte. Si llegan a saberlo, creo que hubieran eliminado todo lo relacionado con el clítoris.

Sé que es un órgano grande, y hay… hay formas de obtener placer del interior del clítoris que no se ve… Hay satisfacción sexual, pero probablemente no es lo mismo que alguien experimenta dentro de un cuerpo totalmente intacto.

 

Como una palabra de aliento a todas nuestras hermanas que han pasado por el corte de una manera u otra, creo que debería decirles que la sexualidad no es sólo los genitales, es todo tu ser, es tu cuerpo, es tu cerebro y deben tratar de descubrir y encontrar ese placer, que también pueden tener, que no deben bloquear sus mentes.

Cierto, y nunca debemos sentir que no estamos… que no estamos bien. Estamos bien y podemos descubrir áreas sensibles en todo nuestro cuerpo que nos dan placer.

 

Puede que no estemos bien como tal, pero no somos menos que nadie. No somos menos que nadie. Muchas gracias, doctora, por aceptar esta invitación y por aceptar compartir con nosotras su experiencia. Esto es muy enriquecedor y estoy segura de que animará mucho a otras mujeres alrededor del mundo…

 


Marta Baladía