

La mutilación genital femenina es una de las formas más extremas de violencia de género, con profundas implicaciones en la salud, la autonomía y los derechos fundamentales de las mujeres y niñas. Afecta a más de 230 millones de mujeres y niñas en todo el mundo y cada año, millones más corren el riesgo de ser sometidas a esta práctica debido a factores como normas sociales arraigadas, presión familiar y la falta de protección legal efectiva. No es una tradición ni una costumbre cultural justificable, sino una violación de los derechos humanos que causa daños irreparables y refuerza la desigualdad de género. Esta práctica no solo pone en riesgo la salud y la vida de quienes la sufren, sino que también refuerza sistemas de opresión que limitan la educación, la autonomía y las oportunidades de desarrollo para comunidades enteras.
3 cosas básicas que necesitas saber sobre la mutilación genital femenina
3 cosas básicas que necesitas saber sobre la mutilación genital femenina
230 millones de mujeres y niñas viven con las consecuencias de la mutilación genital femenina
230 millones de mujeres y niñas viven con las consecuencias de la mutilación genital femenina
Actualmente, se estima que más de 230 millones de niñas y mujeres han sobrevivido a la mutilación genital femenina en el mundo. Sin embargo, el número real de afectadas es incierto, ya que no se contabilizan las víctimas mortales de esta práctica, cuyo fallecimiento puede deberse a hemorragias incontroladas, infecciones graves o complicaciones en el parto. Estas muertes a menudo no se registran como consecuencia de la mutilación genital femenina, lo que contribuye a invisibilizar el verdadero impacto de esta violación de derechos humanos y dificulta su erradicación. Es crucial también fortalecer los esfuerzos para ofrecer una atención integral a las supervivientes, asegurando su acceso a atención médica especializada, apoyo psicológico y protección legal que les permita recuperar su bienestar y autonomía.
La mutilación genital femenina no es un problema del pasado ni limitado a ciertas regiones; sigue afectando a millones de personas en todo el mundo, incluidas aquellas en África, Asia, Medio Oriente y algunas comunidades en América Latina y Europa. Su persistencia demuestra que no es una práctica aislada, sino una grave violación de derechos humanos que trasciende fronteras y generaciones. Además, en contextos de crisis humanitaria, el riesgo de mutilación genital femenina se incrementa debido a la vulnerabilidad extrema de niñas y mujeres. Se estima que 4 de cada 10 supervivientes de esta práctica residen en zonas de conflicto, donde la falta de protección legal y el acceso limitado a servicios de salud y apoyo agravan aún más la situación. No tiene ningún beneficio médico
El impacto en la salud y los derechos de las mujeres
El impacto en la salud y los derechos de las mujeres
Problemas
físicos
Riesgos
obstétricos
Problemas de
salud mental
La mutilación genital femenina está asociada con múltiples problemas psicológicos, algunos de los cuales pueden ser reacciones normales ante eventos traumáticos:
Las mujeres y niñas que han sido sometidas a la mutilación genital femenina pueden presentar tasas más altas de trastornos de salud mental, entre ellos:
Estos impactos muestran que la mutilación genital femenina no solo es una violación de los derechos humanos, sino que también pone en grave riesgo la salud y bienestar de quienes la sufren.
Además, representa una barrera para el acceso a la educación, la independencia económica y la toma de decisiones sobre el propio cuerpo.
No es exclusiva de ninguna religión, cultura ni país
No es exclusiva de ninguna religión, cultura ni país
La mutilación genital femenina se practica en diversas regiones del mundo. Aunque no es un requisito de ninguna de las principales religiones, algunas personas creen erróneamente que es una obligación religiosa. Esta creencia suele transmitirse a través de la familia o líderes religiosos, quienes también pueden tener una interpretación incorrecta de sus textos sagrados.
En el Islam, la mutilación genital femenina no se menciona en el Corán y contradice muchas enseñanzas musulmanas sobre la protección, el respeto y la integridad del cuerpo tal como fue diseñado por Alá.
En el cristianismo, la mutilación genital femenina no aparece en la Biblia y va en contra de muchos principios cristianos sobre el respeto y el cuidado del cuerpo humano, que es considerado un templo sagrado.
En el judaísmo, la mutilación genital femenina no está mencionada en la Torá ni en ninguna otra fuente de la ley judía, y es considerada una mutilación del cuerpo humano, algo prohibido por los preceptos judíos.
De hecho, la mutilación genital femenina es una práctica anterior al surgimiento de estas religiones y también es llevada a cabo en comunidades animistas y otras tradiciones no religiosas. Es una manifestación de normas de control sobre el cuerpo femenino que se han perpetuado en diferentes contextos históricos y culturales. Su persistencia en diversas sociedades demuestra la necesidad de abordar la mutilación genital femenina desde una perspectiva global, entendiendo que es un problema de derechos humanos que debe erradicarse en todos los rincones del mundo.
Más de 230 millones
de mujeres y niñas han sido sometidas a esta práctica.
Más de 144 millones
de casos ocurren en África.
En los Estados Unidos, la clitoridectomía (tipo 1 de mutilación genital femenina) fue practicada desde finales del siglo XIX con el propósito de desalentar la masturbación, corregir lo que se consideraba homosexualidad o «hipersexualidad» y modificar el cuerpo femenino según concepciones erróneas de la medicina de la época.
A día de hoy, la mutilación genital femenina sigue practicándose en algunas comunidades cristianas blancas, lo que evidencia que no es un problema exclusivo de ciertas regiones, sino un fenómeno global que debe abordarse desde una perspectiva universal.
Cada año, 2 millones de niñas están en riesgo de ser sometidas a esta práctica.
En Asia, la mutilación genital femenina también es una práctica presente en países como Indonesia, Malasia e India, afectando a millones de mujeres y niñas.
En algunos países, más del 90% de las mujeres han sido sometidas a esta forma de violencia.
En algunas comunidades emberá chamí de Colombia,, la mutilación genital femenina (MGF), conocida localmente como «curación» o «arreglo», se realiza con la creencia de corregir un supuesto defecto en el cuerpo femenino. Se piensa que, si no se lleva a cabo, el clítoris podría crecer excesivamente, asemejándose a un pene, lo que podría causar problemas estéticos, sociales y familiares. Además, se cree que la práctica ayuda a regular la sexualidad femenina y a prevenir comportamientos considerados inapropiados.
¿Cómo podemos eliminar la mutilación genital femenina?
Para erradicar esta forma de violencia, es necesario actuar desde diferentes frentes:
¿Cómo puedes actuar?
Escucha ‘Su Voz’
Estamos desarrollando múltiples iniciativas, incluyendo un podcast que profundizará en la lucha contra la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado. Síguenos en redes sociales y únete a la conversación usando el hashtag #SuVoz, suscríbete a nuestra newsletter y mantente informado sobre todas nuestras acciones y avances en el proyecto.
Dona o colabora
Apoya a las organizaciones que trabajan directamente con supervivientes y comunidades en riesgo. Te necesitamos.
Importante: cuando hagas una donación envianos un correo porque necesitamos dni, codigo postal y nombre completo para declara la donacion y que puedas desgravar la donación. info@saveagirlsaveageneration.org